Hokusai : Koshu Kajikazawa

Mientras te sumerges en el vasto universo artístico de Japón, algunas piezas resplandecen con particular intensidad, encapsulando a la perfección la esencia de la belleza y técnica japonesas. Koshu Kajikazawa es una de esas joyas, y se sitúa entre las piezas más preciadas de la serie "Treinta y seis vistas del monte Fuji", siendo considerada como una de las cumbres del talento del célebre artista Hokusai.

Para brindar un poco de contexto, Koshu era el nombre con el que se conocía antiguamente a la actual prefectura de Yamanashi. A escasa hora y media en coche desde Tokio, esta zona es famosa por su sobrecogedora belleza natural y su delicioso fruto. Por su parte, Kajikazawa es un rincón cercano al río Fujikawa que serpentea por la cuenca de Kofu. Aunque a simple vista podría parecer que la obra retrata un océano desatado, en realidad es la plasmación del caudaloso río Fujikawa, uno de los tres ríos más bravos de Japón.

Río Fujikawa actual

Analizando la pintura, es evidente el impresionante torrente del río, cuyas olas parecen abrazar con fuerza las rocas, como mordiéndolas. Hokusai, con sutileza y destreza, logra plasmar la espuma que brota al estrellarse las olas contra las piedras. En medio de este frenético espectáculo natural, un pescador se esfuerza por alzar su red, una escena cargada de tensión y meticulosidad.

A su costado, un niño sostiene una canasta llena de pescado. Es posible que sea el hijo del pescador. Su figura infunde un aire de dulzura que atempera la intensidad del panorama y resalta la capacidad de Hokusai de capturar la esencia humana con profundidad y emoción.

No obstante, no todo es acción y fervor en este lienzo. En la distancia, velado por una tenue bruma, se erige el inconfundible pico del icónico monte Fuji. Aunque se perciba en segundo plano, su presencia aporta un halo de serenidad al conjunto. La obra juega con elementos inmóviles y en movimiento: mientras que el pescador, las rocas y la red esbozan un triángulo cargado de dinamismo, el monte Fuji, con su silueta triangular, evoca serenidad y permanencia.

Esta dialéctica entre lo inmutable (simbolizado por el monte Fuji) y lo efímero (representado por el pescador y el río) compone una estampa equilibrada y cautivadora, y es testimonio de la maestría de Hokusai. Se trata de un ingenioso diálogo visual donde dos triángulos, uno sereno y otro vibrante, coexisten en armonía.

Koshu Kajikazawa no es únicamente un reflejo del ingenio y maestría de Hokusai, sino también un portal hacia la magnificencia y riqueza cultural de Japón. Constituye una invitación a descubrir y valorar los matices y contrastes que esta nación ofrece, y es un elocuente recordatorio de la simbiosis entre la naturaleza y el ser humano.