En la segunda mitad del siglo XIX, Japón puso fin a su período de aislamiento conocido como sakoku, marcando el inicio de un intercambio cultural con Occidente que llevaría consigo un flujo masivo de artesanías y obras de arte, como la cerámica y las estampas ukiyo-e. Este fenómeno cultural, conocido en francés como el "Japonismo", se refiere a la influencia que el arte japonés ejerció sobre una amplia variedad de disciplinas artísticas y decorativas en Occidente, destacando principalmente en la pintura.
La introducción del ukiyo-e en Occidente
Después de la apertura de Japón, la técnica de impresión de fotografías y otras tecnologías occidentales comenzaron a influir en la cultura japonesa, llevando al gradual declive del ukiyo-e. En ese tiempo, el Japón modernizante veía al ukiyo-e como algo de poco valor, relegándolo al olvido. Sin embargo, la fascinación de Occidente por estas obras comenzó cuando Felix Bracquemond, un grabador francés, descubrió por casualidad unas impresiones de Katsushika Hokusai usadas como material de embalaje. Esta casualidad introdujo al ukiyo-e en Europa, particularmente en la Exposición Universal de París de 1867, donde obras de Hokusai y otros fueron exhibidas, causando un gran impacto y aumentando su popularidad.
El nacimiento del impresionismo en Francia
El siglo XIX en Francia estuvo dominado por la Academia de Bellas Artes, que imponía un estricto conjunto de reglas basadas en el realismo renacentista y los temas clásicos. Descontentos con estas limitaciones, artistas jóvenes como Monet, Renoir y Degas, comenzaron a explorar nuevas formas de expresión. Ellos formaron el grupo conocido como "Impresionistas", quienes priorizaban capturar la "impresión" visual de los momentos, utilizando técnicas audaces y un colorido brillante. Este movimiento artístico, que se convertiría en un precursor del arte moderno, encontró en el ukiyo-e un catalizador para su revolución estética, adoptando nuevas perspectivas y técnicas que desafiaban las normas académicas.
Monet "Mujer con sombrilla" 1875
Influencia del ukiyo-e en los impresionistas
Los impresionistas se vieron influenciados por el ukiyo-e en tres aspectos principales:
1. Temas libres:
A diferencia de los rígidos temas académicos, el ukiyo-e abarcaba desde escenas cotidianas hasta paisajes y retratos de actores, ofreciendo una libertad temática que resonó con los impresionistas.
2. Composiciones innovadoras:
Los artistas del ukiyo-e no estaban limitados por la perspectiva lineal, lo que les permitía explorar composiciones audaces y dinámicas, como se ve en la famosa obra "La gran ola de Kanagawa" de Hokusai. En esta obra, olas enormes y poderosas se deforman para que parezca que intentan abrumar a las personas en el barco, y la escena exagerada que no puede existir en la realidad está bellamente expresada.
3. Uso del color:
El vibrante uso del color en el ukiyo-e, que contrastaba fuertemente con la paleta más sobria del academicismo, inspiró a los impresionistas a usar colores brillantes y contrastes audaces. Fascinado por los colores vivos del ukiyo-e, Van Gogh se mudó a Arles, en el sur de Francia, donde se dice que descubrió el mismo arte que el ukiyo-e en la intensa luz del sol y los colores brillantes únicos del sur de Francia.
El ukiyo-e que se exhibió en la casa de Van Gogh en Arles
El encuentro fortuito entre el arte japonés y el Occidente del siglo XIX no solo enriqueció la paleta y la perspectiva de los artistas europeos, sino que también jugó un papel crucial en el nacimiento de nuevas corrientes en el arte occidental. Este intercambio cultural, aunque inicialmente no fue buscado activamente por los japoneses, resultó ser una fusión milagrosa de estéticas y técnicas que desafió y enriqueció las normas artísticas de la época, dejando un legado duradero en la historia del arte.
