Mitología Japonesa: De la Creación al Imperio
La mitología japonesa, contenida en textos antiguos como el "Kojiki" y el "Nihon Shoki", relata el origen del universo y del archipiélago japonés, vinculándose con el linaje de la actual Familia Imperial. Este relato marca el inicio de la historia de Japón, fusionando mito y realidad para cimentar su identidad cultural.
Nihon Shoki (720)
Creación del Universo y Nacimiento de las Primeras Deidades
Hace mucho tiempo, antes de que existiera el mundo tal como lo conocemos, el cielo y la tierra eran uno. No había separación entre ellos, y todo era un caos sin forma ni fin. En ese vasto vacío, un resplandor claro comenzó a elevarse, dando origen al cielo y marcando la división entre el cielo y la tierra. En el reino celestial conocido como Takamagahara, aparecieron cinco deidades supremas, llamadas "Kotoamatsukami", seres sin género, ni masculino ni femenino, que representaban una existencia especial y primordial. Tras ellos, vinieron al mundo dos deidades más sin género, seguidas por cinco parejas de dioses masculinos y femeninos, conocidos como los "Siete Dioses Generacionales".
La Formación del Archipiélago Japonés
En aquel entonces, la tierra era como una mancha de aceite flotando en el agua, sin forma ni consistencia. Izanagi e Izanami, las últimas deidades nacidas, recibieron una misión de los dioses residentes en Takamagahara: debían crear tierra firme. Para cumplir esta tarea, se les entregó una lanza adornada con joyas, dotada de un poder mágico para solidificar el suelo. Parados en el Puente Flotante del Cielo, Izanagi e Izanami agitaron la lanza en el océano, y al retirarla, las gotas que cayeron formaron la isla de Onogoro. Bajaron a esta isla y, estableciendo un pilar celestial, construyeron un palacio. Girando en direcciones opuestas alrededor del pilar, se encontraron, se elogiaron mutuamente y consumaron su unión, un ritual que se esperaba diera lugar al nacimiento de las islas que formarían el país.
Izanagi e Izanami
Sin embargo, los primeros hijos de Izanagi e Izanami no nacieron sanos, creando islas imperfectas. Consultaron a las deidades de Takamagahara, quienes sugirieron que el error estaba en que Izanami, la deidad femenina, había hablado primero durante el ritual. Repitiendo el ritual correctamente, con Izanagi hablando primero, lograron crear las islas que hoy forman Japón, sumando un total de catorce.
Nacimiento de las Deidades Naturales y Tragedia de Izanami
Una vez establecidas las bases del país, Izanagi e Izanami comenzaron a dar vida a deidades que habitarían estas tierras, dioses de los elementos naturales y aspectos vitales como el viento, las montañas, el mar, la tierra, el agua y los granos. Estos dioses tendrían roles específicos en el cuidado y gobernanza del país. Sin embargo, la creación del dios del fuego resultó en la muerte de Izanami, debido a las graves quemaduras que sufrió. Afligido, Izanagi engendró de su ojo izquierdo a Amaterasu, la diosa del sol, quien se convirtió en la deidad suprema del panteón japonés, gobernante del cielo y ancestro de la línea imperial japonesa.
Amaterasu dando órdenes a Ninigi
La Ascendencia Divina de la Familia Imperial Japonesa
Amaterasu, a su vez, designó a su nieto, Ninigi, para gobernar la tierra, estableciendo así una conexión directa con la línea imperial japonesa. Ninigi, bisnieto de Amaterasu, sería el antepasado directo del Emperador Jimmu, el primer emperador de Japón, quien ascendió al trono en el año 660 a.C. De este modo, se establece una línea ininterrumpida que llega hasta el actual emperador de Japón, quien representa la generación 126ª de esta dinastía, la más antigua y longeva en la historia de la humanidad, con una historia que se extiende por más de 2700 años.
El Primer Emperador, Jimm